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LA OTRA VUELTA AL COLE PARA LOS Y LAS DOCENTES

Foto del escritor: María CamachoMaría Camacho

Actualizado: 26 oct 2020

Se ha criticado mucho y muy duramente al profesorado durante el confinamiento y tras él. Ahora que la vuelta al cole es inminente se vuelve injustamente a la carga. El miedo a los contagios, a no poder llevar una conciliación familiar, a perder el trabajo (y la salud) impulsa este tipo de críticas que, bajo mi punto vista como docente, están mal enfocadas. Vamos a ver en este breve artículo por qué.


En primer lugar, no se ha tenido en cuenta que durante el confinamiento los docentes hacíamos jornadas maratonianas para estar online impartiendo materia como bien se podía, utilizando los propios medios tecnológicos, corrigiendo por las tardes incluso noches, respondiendo emails y llamadas a todas horas incluso con preguntas de familias que no estaban dentro de nuestro conocimiento o incluso responsabilidad contestar, asistiendo a claustros y reuniones online con los compañeros y compañeras de trabajo, aprendiendo nuevas formas de evaluar y de presentar los contenidos y tareas, manejando una burocracia nueva y exagerada (en ocasiones inútil que sólo sirvió para aumentar el estrés ya disparado), aprendiendo a manejar plataformas de trabajo online en cuestión de días, utilizando las ya existentes que se quedaban obsoletas, pendientes y preocupados/as de aquellos alumnos/as que no se conectaban y quedaban fuera del sistema, etc. Además, hay que añadir que la intimidad se quedaba a un lado cuando muchos y muchas docentes se grababan vídeos en sus salones o cualquier otra habitación del hogar para facilitar la enseñanza y "humanizar" algo el proceso. Todo ello, en muchos casos, teniendo sus propios hijos e hijas en casa y atendiendo las tareas de los hogares. En este sentido, los docentes no son los responsables de la conciliación familiar, de hecho ellos y ellas también tienen su propia necesidad de conciliación, los docentes no están ajenos a las necesidades de cualquier familia porque forman parte de la sociedad como cualquier otra persona. Los profesores/as también son madres y padres, también pueden tener personas mayores, vulnerables o dependientes a su cargo, no caigamos en el error de creer que somos diferentes.


En segundo lugar, se critica al profesorado ahora por exigir medidas serias para la vuelta a los colegios. Estas medidas que se piden son para proteger a toda la comunidad educativa, es decir, no son medidas para sólo resguardar a los docentes. Se pueden leer en redes sociales y oír en la calle comentarios tales como: “En otros países de Europa el profesorado no se ha quejado tanto por tener que volver a trabajar”, olvidándose de que en los países europeos la tasa de contagios es menor y además, en muchos casos, han adaptado las condiciones de los centros como, por ejemplo, con bajada de ratios o ampliación de aulas disponibles (como ha hecho Dinamarca). Aquí los protocolos estatales acaban de aterrizar pero no contemplan bajada de alumnado por aula generalizada o la contratación real de más profesorado. Es más, la reponsalibidad de reconocer posibles casos de COVID-19 en las aulas recae sobre los y las docentes sin tener ninguna formación sanitaria.



La vuelta al cole este año es una cuestión a tratar con máxima diligencia ya que estamos inmersos en una pandemia mundial sin precedentes, por ello no es de recibo que la gran responsabilidad de la misma recaiga sobre los equipos directivos, docentes y demás trabajadores/as de los centros escolares los cuales nos encontramos sin los recursos necesarios. El gobierno va arrojando luz en este sentido pero, aún así, habrá que ver en los días que llegan si son suficientes.


Debemos recordar que un centro educativo no es un aparcamiento de niños y niñas sino un lugar donde se va a aprender y a socializar. Un colegio o instituto es más que las propias clases presenciales donde se imparte materia, es un lugar donde hay recreos, actividades complementarias, extracurriculares y extraescolares, comedor en algunos casos,... Un lugar donde se aprenden normas de convivencia extrapolables a la vida en general ya que un centro educativo es un espejo de la sociedad, lo que se ve en él es como una réplica en miniatura del comportamiento de una comunidad o colectividad social. Por ello es tan importante que se le otorgue el valor que merece, en consecuencia a los trabajadores y trabajadoras que ahí desarrollan su labor.


Siempre que se vive o avecina una crisis económica se pone el foco de la crítica sobre las cabezas de maestros/as y profesoras/es, en este caso no está siendo diferente. La falta de empatía con esta labor tan fundamental para el crecimiento de una sociedad sale a la luz, tristemente, una vez más.



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1 commentaire


louissegarci
30 août 2020

Muy cierto. Siempre se ha dicho que la ignorancia es atrevida, por lo que queda claro que es mucha màs fàcil criticar, que esforzarse en ver todo el trabajo y esfuerzo que los docentes hacen por nuestros hijos y mucho màs en estas circunstancias.

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